La masacre de Srebrenica, 25 años después

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El día de hoy se cumplen 25 años del genocidio de musulmanes en Srebrenica, la peor matanza en territorio europeo desde la Segunda Guerra Mundial.  Los soldados serbo-bosnios mataron a unos 8.000 civiles en Srebrenica. 25 años después de la masacre, las heridas aún no han sanado.

Declarada zona segura por la ONU en el mes de abril de 1993 junto a otras poblaciones –como Zepa y Gorazde–, las fuerzas de UNPROFOR asumieron la responsabilidad de proteger a la población civil, al amparo de la resolución 819 del Consejo de Seguridad. Sin embargo, tras el ominoso episodio desarrollado entre los días 10 y 14 de julio de 1995, se iniciaría el largo y espinoso proceso de delimitación de responsabilidades sobre la comisión del genocidio perpetrado en Srebrenica por acción u omisión.

La agresión por parte de las milicias serbo-bosnias, al mando del general Ratko Mladic, se produjo en el contexto del complejo conflicto que se estaba desarrollando en la República de Bosnia-Herzegovina desde su declaración de independencia en 1991 y su posterior reconocimiento internacional durante el mes de abril de 1992.

La contienda bélica entre bosnios, serbios y croatas por hacerse con el control territorial de las localidades en las que constituían la mayoría étnica fue muy cruenta. La forma esencial de expulsar y expropiar a la población del resto de las minorías étnicas utilizó como herramienta básica las denominadas “operaciones de limpieza étnica”.

En Srebrenica el grado de violencia alcanzado fue brutal. En una acción previamente planificada por Radovan Karadzic –el líder político de los serbo-bosnios en la autoproclamada República de Sprska, entidad Serbia en Bosnia–, ejecutada por Mladic el 11 de julio con la pasividad del escaso contingente holandés de UNPROFOR, la población musulmana bosnia, unas 30 000 personas, que se había refugiado en un enclave declarado como seguro y al margen de acciones militares por parte de Naciones Unidas, quedó desamparada en manos de los tropas serbias.

Los hechos son conocidos y fácilmente localizables en multitud de vídeos. Mladic pronunció ante las cámaras de televisión su plan: “Ha llegado el momento de vengarse de los musulmanes”.

Monumento a la masacre de Srebrenica en Bosnia y Herzegovina con lápidas en el fondo. Shutterstock / Kaaca

El Memorial de Potocari, que debería ser visita obligada como lo es Auswichtz, fue el escenario en el que en multitud de casas, escuelas, hangares y bosques alrededor de Srebrenica se perpetró la ignominia de más de ocho mil asesinatos de hombres y niños en un salvaje generocidio (genocidio de género) de tres días, mientras las mujeres fueron separadas en diversos convoyes y sometidas a violaciones y vejaciones de todo tipo.

Enterrados en fosas comunes, la labor de la identificación de las víctimas todavía continúa debido a la dispersión de los restos de un mismo cuerpo en diferentes sitios.

12 de junio de 1996, Srebencia, Bosnia. Expertos forenses de las Naciones Unidas desentierran víctimas de una fosa común, parte de los 8 000 civiles que se estima fueron asesinados por los soldados serbobosnios en julio de 1995. Shutterstock / Northfoto

Los Acuerdos de Dayton confirmaron las conquistas territoriales realizadas a través de las operaciones de limpieza étnica, y Srebrenica quedó integrada en la República Serbia de Bosnia (Sprska); además conformaron una Bosnia-Herzegovina confederal con tres entidades étnico-territoriales: bosnia, serbia y croata.

Cada 11 de julio se realiza una ceremonia en el Memorial de Potocari con la inhumación de los restos que continúan identificándose 25 años después. Las heridas abiertas y las relaciones entre las dos comunidades étnicas (serbia y bosnio-musulmana) distan mucho de la normalidad en la convivencia.

Ojalá este nuevo aniversario sirva para rendir homenaje a las víctimas de un genocidio que cerró el siglo XX europeo en el mismo lugar en el que se inició la Primera Guerra Mundial, tras el asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco de Austria.

Fuente: Artículo de José Ángel López Jiménez para The Conversation